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sábado, 20 de julio de 2013

Recuerdos


Por Miguel Jaimes. Muchos conocieron formas antiguas de alumbrarse por medio de lámparas que utilizaban como combustible kerosén y gasolina. Había que darles a una especie de bombita hacia arriba y abajo para llenar aquella garrafa de aire a presión, unas usaban mantillas, eran marca Coleman. Las de kerosene fueron hechas por laboriosas tías recolectoras de latas de Malta Caracas, colocándoles mechas humedecidas por el combustible y con eso se alumbraban.
Cada mañana los padres se embojotaban un trapo en sus dedos y lo metían en las narices de sus hijos, era para sacarles el hollín que habían respirado toda la noche de aquellos potes que expelían gruesas bocanadas de humo sobre las frías madrugadas.
Mientras afuera, doñas usaban planchas de hierro para calentar pañales de algodón que serían terciados a quienes se atrevieron a nacer agarrados por los dedos encantados de la comadrona Sinforosa.
Las recién paridas tenían que quedarse por cuarenta días en un cuarto oscuro sin salir, mientras eran untadas en sus barrigas y bañadas por barras derretidas con aceite hirviendo de tártago.
Para ayudarse unos a otros en Los Andes, hacían la mano de vuelta, en otras partes le decían lomo. Sentaban al dueño del nuevo hogar en una silla de madera con asiento y espaldar de cueros seco, lo arrecostaban sobre una pared de tapias recién construida y comenzaban a doblarles tejas en sus piernas.
Mientras experimentados abuelos, ancianos de los tiempos averiguaban sobre la existencia de grandes casas construidas con formas entretejidas a dos aguas, protegidas por canales de lata, mientras a sus lados, travesaños de madera recibían herraduras deformes bendecidas en ritos para protecciones eternas.
A un lado de antiguas paredes de tapias descansaban pisos verdes de concreto pulido, calentados en rincones por inmortales topias, vaciadas en copiosas recetas de polenta y nadie se explicaba porque al tomarlas se iniciaban eternos amores, parecían comidas encantadas. Llegarían juramentos maliciosos desatadores de cicatrices.
Columna La Mucuy 
Twitter: @migueljaimes2
Skipe: migueljaimes70

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