Por: Adelfo Solarte. Hace ya un tiempo vi la película de ciencia ficción La hora más oscura (The darkest hour) en la que los invasores, venidos de lejanos mundos, eran una fuerza extraña de energía que se alimentaban de la electricidad. No era de extrañar, pues, que buena parte de la película transcurriera en un mundo oscuro. Bombillo que se encendía, luz que era absorbida por los visitantes estelares.
Si esos seres decidieran venir a Mérida morirían de mengua. Al menos si deciden deambular por las calles y avenidas de la ciudad, buena parte de las cuales se encuentran a oscuras.
El problema –grave porque nos golpea la imagen de ciudad turística y por ser un claro signo de inseguridad– es de larga data. Anteriormente hemos citado varios trabajos y declaraciones de funcionarios públicos vinculados a Corpoelec y a las propias autoridades policiales, quienes han dejado en claro que se trata de un asunto casi incontrolable ya que la oscuridad pública se deriva, ciertamente, del robo constante de los cables subterráneos, incluso los aéreos que han sido instalados.
Los ladrones, muy al contrario de los extraterrestres sedientos de luz, no van por la energía sino por el cobre contenido en metros y metros de cable. Si roban varios centenares de metros de cables, pueden lograr una buena cantidad de cobre que al fundirse se vende a precio casi como el oro.
Este problema del robo de cables no es exclusivo de Mérida, ni siquiera de Venezuela sino que afecta a varios países latinoamericanos.
El éxito para evitar que las ciudades queden a oscuras debido a la llamada Mafia del Cobre, es un mecanismo de vigilancia continua, mucha labor de inteligencia y búsqueda de sistemas alternativos de suministro de energía. Por acá, pese a la que pudiera ser una buena voluntad gubernamental, seguimos con varios tramos de las avenidas principales a oscuras. Si no fuese por la luz de los comercios o viviendas aledañas, la oscuridad sería total.
Ante este cuadro lastimero de oscuridad permanente, aplaudimos y reconocemos el gran esfuerzo que la empresa Tromerca hace por mantener la claridad, la luz, la iluminación, en las noches merideñas.
En una nota de prensa de Tromerca se dice que “El sistema de alumbrado público de las avenidas Andrés Bello y Monseñor Chacón de Mérida, por donde circula el Trolebús de la entidad andina, fue rehabilitado por el Gobierno Bolivariano, para beneficio de quienes circulan por estas vías de los municipios Campo Elías y Libertador”.
Las autoridades de Tromerca saben que la oscuridad tienen detrás a la delincuencia por lo que esta empresa de transporte “intensificará las labores de monitoreo, vigilancia y patrullaje, en coordinación con los organismos de seguridad del Estado, a fin de atacar esos actos vandálicos, de los que han sido objeto algunas espacios públicos de la entidad”.
El resto de los organismos no deben dejar solo a Tromerca con ese rol de guardián de la luz. No estaremos en guerra contra alienígenas pero si está claro que debemos vigilar para no tener “la hora más oscura”.
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