Por Miguel Jaimes. Cuando un niño nacía sus padres volcaban su cariño hacia él, dedicándoles especial atención, cuidos y mimos. Doña Candelaria era sobandera, partera y recetaba remedios provenientes de plantas menudas y sencillas. Ramas espontáneas, raras y de todos colores, inmediatamente eran puestas a hervir en escarapeladas ollas de peltre. Ella les advertía a las jóvenes parejas que el ombligo se secaría después de ocho días, para lo cual había que colocarle a cada rato alcohol untado de aquellas geniales cepas. Debían ser cuidadosos y escuchar los consejos de sus abuelos, quienes les advertían que el ombligo no debía botarse, pues una vez seco sería un poderoso amuleto, era la buena suerte del recién nacido.
Este núcleo seria guardado en una cajita trasparente, sellado con su tapa y protegido con cinta, dentro llevaría para su protección las últimas motas de algodón con las cuales fue aseado, no sin antes haber sido engrudado con grasa de ajos machos.
Pero la cajita sagrada debía ser escondida inmediatamente, quedando lejos del alcance de los niños, eran ocultadas por los secretos de los abuelos en lo más alto y profundo de viejos closets de madera torneada solo para ser sacados de su sitio de descanso de vez en cuando. Mientras menos se tocara el tiempo iría atribuyéndoles designios mágicos y milagrosos.
Su cuido quedaba encargado a experimentadas madres quienes debían estar alertas ante cualquier cambio del talismán encantado. Esta sería la prueba eterna que comprobaría como una vez sus hijos estuvieron atados a su alimento y amor por medio de aquel largo condón.
Contaban que en los momentos difíciles de salud o para las grandes decisiones había que esperar la respuesta de aquel ombligo seco. Sin vacilar se lo colocarían con sumo cuidado en la base del oído, y a partir de aquel momento empezarían a trasmitirse los viejos secretos o pases encantados que solo podrían ser entendidos por la fe de los más curtidos. Las más audaces son las de nombre Candelaria, quienes oyen después de las paredes.
Columna La Mucuy
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