Por Miguel Jaimes. Doña Juana Alarcón de Parra contaba una historia muy guardada. Una noche fue sorprendida por uno de sus sueños, anduvo por una calle de nombre Cedeño, decía que muy cerca vivía una anciana de 116 años a la que todos mentaban Medina Angarita.Pasó por entre el medio de un sitio inundado de flores Capuchinas y enredaderas gigantes capaces de llegar al cielo, al fondo, una casita la cual se había convertido en parada obligada para los que por allí transitaban apurados, encima de recuas entre pantalones de kaki, alpargatas y sombreros de cueros.
Allí se vendían los más ricos caramelos de coco, su sabor era especial, pues al acercarte a la vivienda podías divisar a una negra llamada Sinforosa, ella permanecía sentada en el portal, vestida de blanco con su pañoleta en la cabeza y una mesita a su derecha, cargada de tantas delicias que aquellas manos de anciana habían preparado, tantico, antes de despuntar el alba.
Iba acompañada de melodías costeñas, tarareadas al montar sobre las topias del fogón de leña eterna, papelón preparado por don Eladio, al cual le colocaban ramas secretas y esencias que más nunca volverían a encontrarse, todo esto tenía que ser mezclado con ralladura de coco, para luego pasarlo al azafate donde sacarían trocitos que envolverían con dedos piadosos entre papelillos que parecían recuerdos blancos.
Aquellos eran caminos para convertirse de nuevo en niños. Las golosinas hacían recordar épocas las cuales todos deseaban disfrutar, porque ya habían quedado enganchados al sabor sentido en el aroma que en las madrugadas invadían sus casas, mientras una negra batía mil secretos arrojados.
Por eso muchos soñaban, era por el aroma que subía acompañado de leña por entre chimeneas que humeaban sentimientos dulces. Noches solas donde salían sahumerios de caramelo buscando a quien envolver y hacerlos soñar, trasportándolos hacia calles interminables, donde habitaban casas mágicas de entradas eternas sobre balcones decorados con flores guindadas entre maderas y sueños brillosos.
Columna La Mucuy
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