Por Miguel Jaimes. Un niño ve el mundo en las primeras horas de una madrugada y pedía a gritos su nacimiento. Era el inicio de las únicas horas de un mes de abril.
Mientras un viejo competente de esos que ya no quedan afirmaba que los nacidos bajo la protección de Aries y la coincidencia de una madrugada de inaugurales minutos con las primeras horas del mes de abril bendecirían a las nuevas generaciones. La protección de ese signo catalogado como silente, traería las fortunas de palabras olvidadas y anuncios no escuchados.
Todo sucede en la antesala a la preparación del bautismo, pero primero debe beberse la legendaria y sagrada mistela. Brebaje semejante en su preparación a los últimos sorbos compartidos en el origen de las cenas, el cuál fue ofrecido por un hombre que regresó con la sorpresa de un tercer día y que antes de tomar su vino y comer su pan, logró camuflajear la presencia de una mujer que aún no ha sido reconocida por los siglos.
De allí viene la mistela, preparada con frutas, yerbas y esencias. Las frutas escogidas serán colocadas en pedacitos seleccionados, finamente cortados, provenientes de jugosas guayabas, uvas, peras y manzanas.
Mientras un viejo competente de esos que ya no quedan afirmaba que los nacidos bajo la protección de Aries y la coincidencia de una madrugada de inaugurales minutos con las primeras horas del mes de abril bendecirían a las nuevas generaciones. La protección de ese signo catalogado como silente, traería las fortunas de palabras olvidadas y anuncios no escuchados.
Todo sucede en la antesala a la preparación del bautismo, pero primero debe beberse la legendaria y sagrada mistela. Brebaje semejante en su preparación a los últimos sorbos compartidos en el origen de las cenas, el cuál fue ofrecido por un hombre que regresó con la sorpresa de un tercer día y que antes de tomar su vino y comer su pan, logró camuflajear la presencia de una mujer que aún no ha sido reconocida por los siglos.
De allí viene la mistela, preparada con frutas, yerbas y esencias. Las frutas escogidas serán colocadas en pedacitos seleccionados, finamente cortados, provenientes de jugosas guayabas, uvas, peras y manzanas.
Las hierbas de hinojo y la corteza de naranja deben estar frescas, recién cosechadas. Éstas tienen la propiedad de curar los sentimientos ocultos y mantener el regreso de emociones arriesgadas. Se toma en infusiones que sólo estarán en la vida de quienes se arriesguen a ser tocados por la confianza de apegos escondidos, tan ocultos como las horas que tiene este mundo esperando para ser de verdad un planeta pensante.
El miche callejonero será creado en el silencio de alambiques, sostenido entre topias disimuladas y ardera con leños inspirados en fuegos recónditos, hervirá en lo profundo de montañas cómplices, guardando el disimulo de un gusanillo de cobre perseguido por las tentaciones de la autoridad.
La mistela, aromatizada con secretos de anís, clavitos y canela con guayabita evoca brebajes antiguos que calmaban el anuncio de nuevos sentimientos.
La Mucuy
lamucuyandina@gmail.com
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