Buscar en este blog

lunes, 22 de abril de 2013

Llorona


Por Miguel Jaimes. En las madrugadas de los últimos días del mes de abril, un espanto atraviesa las aguas turbulentas de la quebrada Ña Liona. Un ánima en pena toma agua a la orilla del rio. La sed no la deja en paz y cuando el arroyo no crece siente castigos. Debe beber gotas con barro para poder alejarse a las altas montañas justo cuando llegue la luna llena.
Si la estación lunar cambia y las lluvias no arrecian se confunde y puede llegar muy cerca de caseríos eternos. Su presencia ha sido avistada por los predios de La Mucuy y esto sucede después de la Semana Santa cuando los espíritus se escapan de arcas olvidadas y deambulan solitarios hasta que el agua bendita los regresa a sus prisiones.
La llorona fue sentida por una mujer que tuvo sueños encontrados una mañana de retorcidas dudas Todo sucedía mientras un equinoccio desorbitado detenía sus pasos y la nombraba en bajas voces. Sus encuentros, sobre un cuadro de azul espantado con jarrones carmesí y rojos sostenidos entre naranjas verdes, yacían sobre una mesa coja, sostenida por un lamento ladeado, perteneciente a casas anaranjadas y largos pinos arropados en pijamas emocionadas.
Por eso, los habitantes se refugian en sus hogares y no se atreven a salir en  madrugadas asoladas. Sólo si aparecen los pujos de un parto convocan las manos de experimentadas parteras, eternas viejas habitantes de los altos de La Mucuy.
La matrona acudirá de prisa pues su código le advierte que no puede perderse en el frio que se lleva niños recién nacidos y cuya desnudez después del llanto debe ser cubierto con baños de ramas calientes.
La llorona pena a sus retoños perdidos. Fue la mujer que en la guerra de independencia traicionó a soldados patriotas y entregó por unas monedas de oro las armas de los libertadores y con estas los españoles asesinaron uno a uno a sus tres hijos.
Este espectro sale acompañada por una gruesa neblina y sus pasos no se ven. Su velo blanco está manchado, es rostro negro y pasos lentos. En la Mucuy los gritos de la llorona enfrían sus rocas eternas.
La Mucuy 
lamucuyandina@gmail.com

No hay comentarios.:

Publicar un comentario