
Los merideños hemos visto el desarrollo de dos estrategias antagónicas que han perseguido el logro de objetivos específicos, cada una de ellas concebida desde puntos de vista diferentes. Ambas implementadas con la utilización de inmensos recursos financieros, comunicacionales, humanos y logísticos, recursos que a veces parecían ilimitados. Ambas, en buena medida, han sido exitosas.
La estrategia implementada por las fuerzas liderizadas por Henrique Capriles Radonsky, como una segunda fase de la estrategia utilizada para las elecciones del 7 de octubre de 2012, les ha permitido alcanzar dos objetivos bien concretos: 1. Han aumentado su caudal electoral y consolidado una importantísima votación en todas las capitales de estado; y 2. Han consolidado el liderazgo de HCR, quien ahora está en capacidad, incluso, de dar instrucciones a una gran masa de seguidores, y estos, en consecuencia, acatarlas.
La otra estrategia, la utilizada por las fuerzas del chavismo, seguramente visualizada desde hace algunos meses ya, los ha conducido al logro de dos objetivos muy importantes: 1. Han superado exitosamente la difícil coyuntura provocada por la desaparición física del Presidente Hugo Chávez; y 2. Han retenido el Poder. Viene ahora una etapa de recogimiento de ambos ejércitos, de la evaluación objetiva de la situación presente, de la preparación de nuevas estrategias, y del redespliegue de los efectivos para las confrontaciones que se avecinan. El tablero de ajedrez está servido.
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