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lunes, 3 de junio de 2013

Viernes

Por Miguel Jaimes. Don Justo da pasos lentos tras la llegada de una mañana que trae al día viernes. Es cristiano, sencillo y cree en supersticiones. Recuerda el momento que resultó tras la unión de la Última Cena con doce discípulos y la crucifixión del Maestro.
 El viernes es el día más repetido en comparación con los demás de la semana. Todo lo dicho sobre este ciclo está lleno de costumbres. Muchos recuerdan a través de las historias de Don Justo épocas antiguas donde unos fueron capturados y llevados a una hoguera, tal y como sucedió con Paula de Albornoz, quien a escasos metros de La Mucuy fue acusada de Mohana y condenada por al fuego.
Por eso la jornada del quinto día se esconde junto a cadenas de cristos y rosarios benditos. Brillantes tras el roce de yemas desesperadas, cuyos ruegos traspasaban con oraciones por entre gruesas paredes de tapias adosadas con tierra, pasto picado y piedras de una quebrada que despierta con las nuevas décadas.   
Un viernes hace un siglo las armas fueron afiladas y engrasadas para recordar la cobardía de un Rey que traicionó las palabras de sabios guerreros, quienes en su sacrificio  lanzaron juramentos cumplidos uno a uno antes de finalizar aquel año bisiesto.
Tras sus sentencias las bayonetas silbaron como trompas de elefantes gigantes, lanzaron juramentos expelidos por espantos capaces de destruir ciudades. Por eso los viernes son días de grandes fuegos, relámpagos y juramentos que giran como discos salidos por todos los rincones de las montañas protectoras de la Sierra Nevada.
Tras un viernes opaco los candelabros eran encendidos y los retratos cubiertos con trapos impregnados de aguas benditas. Muchos sentían temor a irse y otros a volver, toda la decisión quedaba encomendada a péndulos congelados de relojes brillantes, enmudecidas maderas tras la suerte de los últimos toques.
 Pero la existencia de otros consagraría segundos de jornadas obligatorias, cuyas salidas eran fechas impávidas, sin aroma, pero nombradas tras el regreso de un habitante perdido llamado viernes.
La Mucuy 

lamucuyandina@gmail.com

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