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martes, 11 de junio de 2013

Sábado


Por Miguel Jaimes. Don Lencho afirmaba que desde la antigüedad el sexto día de la semana es el sábado. Representa las horas del reposo, encuentros, reuniones y es justo cuando el venerable sol prepara el tiempo para su descanso. 
Son momentos concedidos para el retoque de apuradas siembras. Semillas de granos saldrán con más fuerzas, serán grandes y darán gustosos platos y sopas. Pero sus finas ramas serán briznas sagradas, tranquilizantes desventuradas espirituales de pérdidas y aquietantes fuerzas de lluvias que aparecerán con el mes de junio, días previos a la celebración de los ritos por San Juan. Todos los tambores se oirán.
Los jueces descasan, mientras las ciudades asisten al mercado de la aldea donde se comprarán cosas fantásticas ofrecidas para el día de la magia, donde muchos empezarán sus sueños y las cocinas estarán visitadas por olores frescos de jugosas cuajadas. Estamos en las duraciones de celestiales providencias.
Eran días sábados cuando los ocultos se arropaban con un sol encantado y se protegían de persecuciones interminables. Ratos de inocentes aventuras tras un librito que anunciaba los rezos del catecismo.
Por eso, son muchas las denominaciones poseedoras de creencias donde el día sábado no es el único momento de la quietud. Esta relacionado con los Diez Mandamientos, diciendo que el reposo sabático es el cuarto de ellos.
Pero sus noches serán de cuidados. Don Lencho relataba que en una confusión fue raptado por unas adivinadoras y llevado más arriba de nidos que daban misterios a las copas de un árbol de Maitín, allí sintió pájaros silenciosos donde apenas el viento movía sus plumas y sentía sus ruegos por no ser descubiertos y sacrificados.
Todo se dio cuando la pintura de un cuadro ermitaño saltaba junto a pinceles y pomos de tinta brincando sobre lienzos encantados, huyéndole a demonios aparecidos en los colores de un verdadero poeta de a ratos, Hermes Vargas, quien pinta con sus dedos y manos, humos repartidos en masas de colores con partes de una vida que aún reclama recuerdos.
La Mucuy 
lamucuyandina@gmail.com

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