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domingo, 4 de agosto de 2013

Mérida: la escala de lo manejable

Vista de Merida Venezuela

Por: Adelfo Solarte. Uno de los elementos que permiten suponer que la ciudad de Mérida sí es un espacio para proyectos viables de sostenibilidad es que, históricamente, su crecimiento poblacional ha sido lento y bastante conservador.
Partimos de la evidencia, reconocida mundialmente en el urbanismo moderno, en referencia a que las ciudades tienen una “talla” que las hace manejables. Ciudades muy pequeñas desde el punto de vista poblacional no generan una dinámica urbana eficiente y otras muy grandes muchas veces impiden el desarrollo de una calidad de vida sostenible. Esto, claro está, no es una regla inmutable pero se ajusta a la generalidad de los casos. En suma, las ciudades de rango intermedio pero con poblaciones que no superan las 500 mil personas suelen deparar condiciones de vida positivas.
En nuestro caso específico, varios factores o variables se suman para regular el aumento de la población no sólo en la ciudad de Mérida sino en toda la llamada zona metropolitana que incluye a cuatro municipios Santos Marquina, Libertador, Campo Elías y Sucre.
Se pueden mencionar como condicionantes del crecimiento poblacional las propias limitaciones  físicas que impone una geografía local que suele ser  compleja por lo abrupta. Pero a ese factor se pueden añadir las regulaciones que imponen figuras legales sobre el territorio, tal es el caso de los parques nacionales y las llamadas Zonas Bajo Régimen de Administración Especial (Abraes) en las que no se puede construir o en las que cualquier pretensión de asentamiento humano debe ser previamente revisada por los organismos del Estado.
Además, el hecho de que la ciudad de Mérida haya optado por un tipo de economía no industrializada pudiera desestimular a muchas personas que desean irse a vivir a una zona de intensa actividad económica que, como todos sabemos, no es el caso de Mérida.
Es probable que existan muchos otros elementos de tipo histórico, cultural o económico que en Mérida hayan configurado una especie de freno a la explosión poblacional que distingue a otras urbes.
Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) indican que la población de toda la zona metropolitana de Mérida (los cuatro municipios de los que hablábamos al comienzo)  sumaba, a finales de 2011, 391 mil almas. Todo el municipio Libertador llegaba a sólo 217 mil habitantes. Estos son números bastante discretos.
Las proyecciones del INE indican que este mismo territorio metropolitano merideño apenas sobrepasará  el medio millón de habitantes para el 2020 y en 30 años más, es decir en el 2050, no superará los 650 mil.
Partamos, pues, de darle un grado de validez a los datos del Instituto Nacional de Estadística que  plantea un escenario en el que el aumento explosivo de la población no será un problema para Mérida  capital del municipio. Siendo así, convendríamos que dichas cifras poblacionales corresponden a la de una ciudad manejable en términos de número de habitantes versus  área territorial.
A esa interesante circunstancia tendríamos  que agregarle, no obstante, una propuesta que augure un manejo integral y por lo mismo sostenible del área metropolitana, más allá de la posible confianza que se desprenda del hecho de saber que  no habrá una explosión poblacional que haga más cuesta arriba el manejo armónico de la ciudad.
Mérida tiene algunas propuestas para aprovechar no sólo un futuro que pese a las dificultades luce manejable en términos demográficos, sino uno en donde surjan propuestas de desarrollo que impliquen una mayor sostenibilidad urbana. Dos de esos proyectos son, por un lado la concreción en todo su potencial del Proyecto Parque Metropolitano Albarregas que se ha propuesto, afortunadamente, desde los espacios académicos – y por lo mismo especializados – de la Universidad de Los Andes. El otro es el de la Zona Libre, Cultural, Científica y Tecnológica, cuya justificación y argumentación deberían rescatarse para bien de la ciudad.
Es decir, el crecimiento mesurado puede entenderse como una ventaja pero que no puede ir sola sino acompañada de propuestas.

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