Por Alfredo Portillo. El eslogan “Eficiencia o Nada” fue lanzado el año pasado por el fallecido Presidente Hugo Chávez, como una forma de impartir el lineamiento que debe marcar la gestión del gobierno venezolano en sus diferentes niveles. Incluso, para darle impulso a ese eslogan-intención, nombró como Ministra del Poder Popular del Despacho de la Presidencia y Seguimiento de la Gestión del Gobierno, a la Almiranta Carmen Meléndez, quien con el nuevo Presidente Nicolás Maduro, continúa desempeñando tales labores.
Ahora bien, más allá de un eslogan y de las buenas intenciones, está de por medio la necesidad de fomentar y crear una verdadera capacidad de gobierno. Al respecto vale la pena recordar a Carlos Matus quien, en su libro “El Líder sin Estado Mayor”, se refiere a la capacidad de gobierno, que junto con el proyecto de gobierno y la gobernabilidad, conforman el triangulo de gobierno. Como él bien lo expresa: “El gran problema político de nuestro tiempo es la capacidad de gobierno. Es un problema mundial y no particular del segundo o tercer mundo. Naturalmente se expresa con más fuerza y adquiere mayor importancia en los países que están a la zaga del progreso científico. Esta capacidad de gobierno depende del grado de desarrollo del capital intelectual en algunos estratos claves de la sociedad, que son determinantes en la calidad de la gestión pública”.
Ahora bien, más allá de un eslogan y de las buenas intenciones, está de por medio la necesidad de fomentar y crear una verdadera capacidad de gobierno. Al respecto vale la pena recordar a Carlos Matus quien, en su libro “El Líder sin Estado Mayor”, se refiere a la capacidad de gobierno, que junto con el proyecto de gobierno y la gobernabilidad, conforman el triangulo de gobierno. Como él bien lo expresa: “El gran problema político de nuestro tiempo es la capacidad de gobierno. Es un problema mundial y no particular del segundo o tercer mundo. Naturalmente se expresa con más fuerza y adquiere mayor importancia en los países que están a la zaga del progreso científico. Esta capacidad de gobierno depende del grado de desarrollo del capital intelectual en algunos estratos claves de la sociedad, que son determinantes en la calidad de la gestión pública”.
Los estratos a los cuales se refiere Matus son: a) El liderazgo político, en el nivel nacional, regional y local; b) El nivel tecnopolítico, compuesto por directivos, ejecutivos, asesores y planificadores del aparato público; c) El nivel de los investigadores en el campo de las ciencias y técnicas de gobierno; d) El nivel general de los profesionales universitarios y de los científicos, situados en el ámbito público o privado, fuera o dentro de las universidades; e) El ciudadano y sus organizaciones de base. Respecto a este último componente, Matus señala: “Su formación depende muy fundamentalmente de la calidad de la enseñanza básica y de los medios de comunicación”.
El caso es que, la capacidad de gobierno no tiene que ver únicamente con el gobierno de turno, sino que involucra a toda la sociedad. Y eso es algo que los venezolanos debemos entender, para poder avanzar hacia un aumento en la capacidad de gobierno de nuestra sociedad. Porque ni con discursos revolucionarios ni con palmaditas histéricas y consignas libertarias, se construye la capacidad de gobierno. Así que, es fácil ver lo complicado que se presenta para el futuro la gestión y solución de los problemas que aquejan a nuestra sociedad. Sin duda alguna, estamos bien lejos de un nivel siquiera medianamente aceptable, bien lejos de los paraísos terrenales que unos y otros siguen prometiéndole a una sociedad que anhela emerger de las profundidades en que ha sido sumida.
alportillo@ula.ve
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