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lunes, 25 de febrero de 2013

Tiempos


Por Miguel Jaimes. Por entre el medio de la única calle que sube y baja en La Mucuy, brama como toro en celo el travieso viento, baja golpeando inclemente la capota de casas vencidas, quizás vetustas, celosas tras cien cristianizados años históricos, mientras secas hojas de un mango eterno susurran como orquesta triste y el ingrato soplido de soberbios tiempos se prepara para bajar en los próximos meses los cuales sorprenderán con fieras tormentas dormidas desde alcores despiertos entre sueños de nevadas y dulces caricias que invernan desde días acantilados.
Pasarán casi todas las páginas de un viejo libro contador de historias fantasmales, andarán con una entelequia veloz, raudal que vendrá de combatir tras su dueño hacedor de batallas y tremendos rituales de conjuros maleficios.

Todo oscurecerá junto al lugar del mágico caldero tapado por donde florecieron las palabras lastimadas, aun cuando lo deseado era a secas perdurable en el mundo mítico de La Mucuy. Se verán Hadas capaces de amar tras el calor de la razón y la dirección extraviada de un corazón ermitaño.
Una mujer aparecida de vez en cuando es vista con tres pétalos bajo su brazo invisible, elevada por pasos no vistos va asomándose tras campanadas asombrosas, pero deambulará por entre razones escuchadas por muchos de sus pensadores.
Sus lloriqueos azuzarán oídos inquietos después de escuchar intranquilos pasos transitados a lo largo de una quebrada no tan contenta, mientras algunos lémures se quedarán para limpiar hojas caídas de cercanos visitantes. Y bajo formas fantasmales vendrán apareciendo pasos intranquilos de seres que hacen llorar a una inquieta mujer dueña de los espantos.
Irá a buscar el ruido de los tiempos el cual vendrá tras el tránsito incomodo de truenos intranquilos. Abrirán cofres nunca encontrados de abuelos que no duermen y envejecerán tras las historias de un bosque confundido.
Mientras eternas hojuelas deambularán escrutando caminos de soplidos porque ya son libres de aquellas ramas que pronto terminaran de caer.
La Mucuy 
lamucuyandina@gmail.com

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