Por Jocelyne Ramniceanu. Hay días y días… algunos podemos calificarlos como buenos y otros como malos, y también muy malos, en realidad no son los días, somos nosotros que no estamos iguales todo el tiempo, por eso es obvio que experimentemos distintas situaciones, agradables y desagradables en el transcurrir de las jornadas.
A veces nos decimos internamente “Hoy amanecí con el pie izquierdo”. Nada nos sale bien… los contratiempos parecen encadenados unos con otros sin dejarnos tiempo para reponernos. Pensamos que las situaciones que se presentan nos ponen de mal humor sin tomar en cuenta que tal vez comenzamos el día ya predispuestos a ello. Al despertar nuestro estado mental tal vez no se encontraba rebosante de optimismo y alegría.
Quizás olvidamos dar las gracias, las gracias por todo aquello que tenemos y no tenemos, las gracias por respirar, las gracias por lo bonito y lo feo, las gracias por el insulto o la injuria que recibimos ayer, y las gracias por comenzar un nuevo día sin importar lo que haya sucedido. Comenzamos un día más, sin alegría, pensando en el futuro y en el pasado, en lo que tenemos que hacer y en lo que dejamos pendiente. Un simple día más de nuestra rutina habitual.
Estamos perpetuando nuestras malas experiencias, los problemas se siguen unos a otros con sus aparentes soluciones, pero invariablemente quedan muchos pendientes sin resolver. Llegamos a casa y se lo contamos a alguien o simplemente hacemos un inventario de lo sucedido y de todo lo que resta por solventar y comenzamos a planificar nuestro nuevo día.
Estamos creando más de lo mismo. Pasamos una noche regular pensando en el pasado, en lo que pudimos hacer y lo que dejamos sin terminar, planificando estratégicamente nuestros próximos movimientos. Tal vez nos distraigamos un rato con la televisión o leyendo un libro, pero volvemos a dejar en nuestra mente bien acondicionada todo aquello programado para lograr que el siguiente día concuerde con nuestros objetivos trazados.
¿Es realmente importante hacer todo esto? ¿Es tan difícil soltar? ¿Que tal comenzar el día y terminarlo agradeciendo de corazón cada experiencia vivida?
La gratitud corta enseguida los juicios, nos saca automáticamente del proceso de analizar, justificar y opinar.
No es necesario sentir la gratitud, con dar las gracias a todo, ella sola aparece. Ella cambia el foco de atención de lo negativo a lo positivo, transforma la energía creadora en bendiciones para ti. Sin importar lo que suceda la gratitud transforma tus tristezas en pequeños destellos de esperanza. Decir gracias es soltar y estar abiertos a la vida. Agradecer es estar en sintonía con la creación. Graciasss, estoy muy agradecida.
Te amo
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