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domingo, 23 de febrero de 2014

Daño colateral


Por: Adelfo Solarte. En la jerga militar hablar de daño colateral es una expresión que, tras su tecnicismo, admite la posibilidad de que objetivos enemigos o amigos (no necesariamente militares) sufran los efectos de un ataque o una acción.
El ejército norteamericano, que por meter sus manos en medio mundo termina enfundando el garrote como un héroe al que nadie llamó, ha sido protagonista reiterativo de “daños colatereles” que suelen ser explicados con la frialdad estadística que distingue a los que empuñan las armas.
Por lo tanto, a mayor dinámica bélica, mayores posibilidades de embarrarla, como gráficamente dicen los jóvenes de hoy. Por ejemplo, Israel efectuó un bombardeo, en 2006, sobre una vivienda en la aldea palestina de Qana. Los que se animaron a atacar – al menos eso fue lo que justificaron - pensaban que el lugar era una base desde donde el grupo Hezbollah lanzaban cohetes hacia territorio israelí. Pero no: en la casa sólo habían mujeres y niños que se refugiaban de los enfrentamientos. La cifra final de muertes: 57 civiles, de los que 37 eran niños inocentes. El informe de los israelíes explicaría que esas muertes había que anotarlas en la sección de “daños colaterales”. Algo así como “no era esa nuestra intención, pero ocurrió”.
Por las evidencias que va dejando la historia y no obstante su enmascaramiento, el daño colateral es un invitado fijo en una guerra o enfrentamiento entre dos bandos. Es decir, pese a su presunto carácter eventual opera como parte de las acciones premeditadas de los que están en pugna.
El concepto de daño colateral se aplica también a campos no necesariamente bélicos. Un amigo que trabajaba en un supermercado me explicó que en los grandes establecimientos existen cómputos en lo referente a pérdidas para toda la mercancía que la gente dañará, romperá e incluso robará en su visita al establecimiento. Algo así como el daño colateral generado por una acción tan doméstica como ir al mercado.
Lo que si demuestran los hechos es que los dos bandos que se confrontan suelen justificar como válidas esas situaciones tangenciales que surgen de los ataques o arremetidas hacia el otro. Es decir, si para Israel el ataque a Qana fue un daño colateral, para Hezbollah que un cohete caiga sobre población hebrea es una situación que se entiende como razonable dentro de su lógica de resistencia.
Hay,  pues, una pragmática de la confrontación que no parece dejar lugar ni espacio a los humanos sentimentalismo.
Si situamos lo anterior en el escenario actual de protestas en Venezuela, caeremos en cuenta de que cada bando llega a veces a justificar lo injustificable, siempre en función de los objetivos trazados.
Un ejemplo a la mano: yo vivo en Residencias Cardenal Quintero, uno de los epicentros de las protestas en Mérida. Si bien debo admitir que aquí existen residentes que apoyan las protestas y su estilo confrontativo, también hay un importante grupo de vecinos que rechazan el hecho de que decenas de manifestantes – muchos de ellos ajenos a las residencias - hayan tomado los accesos a nuestra comunidad y se hayan instalado en nuestra garita de vigilancia convirtiendo el lugar en una especie de fortín desde donde repelen la acción de los cuerpos de seguridad.
La presencia de estos manifestantes es violenta en el sentido de que de forma inconsulta han tomado propiedad privada para plantarle cara al gobierno. Sus pertrechos de guerra incluyen desde piedras hasta bombas molotov. Para ellos, nuestra imposibilidad de usar los vehículos, de no poder sacar la basura, de estar a punto de quedarnos sin servicio de gas doméstico, de sufrir los efectos del humo de los cauchos quemados, de pasar noches en zozobra y miedo más otros “detalles” de la confrontación, son aspectos que deben anotarse como daños colaterales: “no era esa nuestra intención, pero ocurrió”.
Y por lo visto, como población civil que rechaza la confrontación violenta (aunque se esté incluso en contra del gobierno), también debemos estar preparados para el daño colateral que las acciones de la Guardia Nacional, la Policía e incluso los grupos armados motorizados paraestatales pueden infringir a nuestra comunidad en su intención de desalojar a los que mantienen la toma: disparos, perdigones, bombas lacrimógenas e incluso destrucción de vehículos, se justifican en nombre de la necesidad de “restablecer el orden”.
El daño colateral no sólo tiene una traducción física: la verdad, la información, las libertades, que son valiosos intangibles de la democracia, sufren en la confrontación. Los golpes vienen de ambos bandos. El gobierno que censura canales en un burdo intento por evitar que se denuncien sus tropelías, hasta ciertos opositores radicales que ruedan fotos de Ucrania jurando que son de Mérida.
Hay una única forma de reducir o gestionar de forma racional el daño colateral, en caso que lo veamos como inevitable: bajar la confrontación y acercar unas sillas a una mesa para que fluya el diálogo entre iguales.

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Botiquín


Por Miguel Jaimes. Entre la entrada de Mucusarí y antes de la elevada subida de Los Sauces, justo en medio de una cuadra de una inoportuna esquina caliente quedaba el botiquín de Domingo Espinoza. Era un lugar de reunión de alpargatudos y trajeados con vilkrin a quienes le relumbraban sus cabelleras encremadas.
En estos lugares la clase se perdía bebiendo leche de burra y aguardiente de esa caña que era cosechada especialmente bajo El Vegón, allí bien cerquita de un río caudaloso que no se atrevía a llevarse sus ramas que se dejaban ver entre la tierra y el agua enfurecida.
Todos felices se quedaban contando historias que hacían apretarse la correa y el guaral para salir del lugar porque la nocturna los podía asechar y no les quedaría otra que caer rendidos ante sus encantos, era un espanto de mujer muy alta, sensual, vestida en aquella túnica blanca que dejaba ver toda su esbeltez y una larga cabellera que el rostro no dejaba ver, y solo con escuchar su lamento a Melecio lo dejó hablando al revés.
Después de aquellas borracheras había que salir apurao y de paso bien rascao, pues si no te agarra ella, te encuentras con la tranca de la empalizada que les atestaban a los más atrevidos de la noche, cuando veían entrar a algún aguarapao sabían que después los dejaban tiesitos del susto sin poder mirar ni para atrás, porque de solo escuchar que iban para el botiquín de Domingo Espinoza, más nunca se les ocurriría acudir así fuese por la oferta de tragos gratis.
Pero aquel bar no era de apariencia legal. Fue la costumbre de Domingo Espinoza de querer estar cerca de sus amigos que una noche prefirió que su prometida se fuera antes de poder entender que la convivencia de ambos sería la fórmula de perdurar.
Entonces cortó con un afilado machete gajos tiernos de un Maitín y los quemó bajo el entierro de una luna no tan fresca que de tanto humo echar logró confundir la buena intención de las estrellas y con un maleficio inoportuno murió, pero su ánima quedó rondando sin entender su error y ahora dedica sus suspiros fracasados para asustar a los amigos de Domingo Espinoza.
Columna La Mucuy 
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Mecedora


Por Miguel Jaimes. Las mecedoras eran unas sillas gruesas y pulidas que se quedaban descansando en los rincones de las casas, utilizadas por las matronas, veteranas incansables con manos limadas como los mangos de sus butacas.
En La Mucuy uno de estos asientos en particular forjó una historia. Era el de doña Sinforosa. Ella misma contaba que en uno de sus viajes a los pedregales eternos se la había traído al hombro desde el Páramo del Muerto. Un lugar que a pesar de lo lúgubre de su nombre era más bien apacible, cálido, entretenido y muy helado.
Allí llegó a un refugio muy sonado, particular, pues solo algunos escogidos fueron seleccionados para recibir los regalos de aquellos sitios. Varios contaban que un día llegó un hombre, estaba barbado, era corpulento y pesado en su andar. Dicen que cuando aparecía el refugio se encendía, quedando alumbrado mientras su permanencia era sentida en aquellos sitios.
Pero un día partió llevando al hombro una pesada mochila, adentro tenía un inmenso reloj, era redondo y pesado, todas sus partes brillaban sobre un mecanismo que funcionaba dándole cuerda.
Aquel péndulo fue muy parecido a una maquina blindada y su cuerpo era de bronce. Pero el ermitaño antes de partir advirtió que el próximo regalo sería para una mujer que pasaría los cien años y que su nombre sería muy recordado. Aquella dueña vendría en un caballo el cual fallecería por estos sitios.
Y así fue, sucedió de esa manera, para cuando Sinforosa apareció por aquellas montañas el destino la llevó rumbo a aquel refugio para encontrar su silla que después se hizo eterna.
Ella lo descubrió tal y como la historia estaba escrita, Sinforosa se llevó su andamiaje al hombro, lamentó la muerte de su rocín, pero caminó durante horas y leguas. Después del interminable transito del camino llegó hasta su casa, buscó el puesto que ya tenía reservado, lo tocó y dejó acomodada la inmensa y asombrosa dormilona. Desde entonces se mece y con ella balancea los sueños dejados en aquella modesta mecedora.    
Columna La Mucuy 
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Diálogo y acuerdo nacional en Venezuela


Los acontecimientos que sacuden la realidad venezolana en los últimos tiempos han tenido su punto máximo de ebullición, por ahora, en el violento y polarizado mes de febrero de 2014. Los acontecimientos se desarrollan con múltiples aristas, en este mismo momento, y entre los posibles desenlaces se encuentra propiciar un Diálogo Nacional entre venezolanos.
Con el objeto de contribuir a que cese el clima de violencia que nos azota y podamos concentrarnos en construir un futuro común de paz y concordia para todos los venezolanos, presentamos nuestras Propuestas para un Diálogo y Acuerdo Nacional en Venezuela:
1.- Convocar a una Asamblea Nacional Constituyente para repensar y refundar la patria, en base a los principios que nos identifican como venezolanos: soberanía, independencia, autodeterminación, libertades, democracia, pluralismo, mestizaje, diversidad y respeto a las minorías.
2.- Solicitar a la Asamblea Nacional el nombramiento provisional de aquellos poderes públicos que tienen sus períodos vencidos: Fiscal General de la República, Contralor General de la República, Presidente y demás Directivos del Concejo Nacional Electoral, mientras la Asamblea Nacional Constituyente dispone los métodos y momento para la nueva elección de esos cargos.
3.- Depuración del Registro Electoral y establecer un sistema electoral con escrutinio manual y verificable en todas sus instancias y soportes, para todos los cargos de elección popular.
4.- Establecer el método de la mayoría calificada –65%– para las decisiones cardinales de los Poderes Legislativos nacional, estadal y municipal, con el objeto de generar un clima de diálogo permanente entre los diferentes factores de la política nacional.
5.- Establecer el método de la segunda vuelta para las elecciones del poder Ejecutivo Nacional, Estadal y Municipal cuando ninguno de los candidatos supere el 60% del respaldo electoral, con el objeto de fortalecer la legitimidad de las autoridades y ampliar la base política e ideológica de los gobiernos resultantes.
6.- Como acto de buena fe solicitar se decrete una amnistía general para todas las causas con motivos políticos. Además, profundizar en las investigaciones de los lamentables hechos ocurridos recientemente en Venezuela con víctimas fatales y heridos, mediante una amplia Comisión de la Verdad que determine la responsabilidad de los actores y traiga credibilidad a la justicia venezolana.
7.- Reconocer y enaltecer el carácter protagónico de nuestra Fuerza Armada en la construcción y defensa del país y establecer la declaratoria de ilegalidad absoluta en Venezuela de cualquier grupo armado para policial o para militar de carácter político.
8.- Reconocer el carácter estratégico de nuestra industria petrolera, por ser nuestra principal fuente de riqueza, así como demás empresas y servicios básicos y estratégicos; y su administración exclusiva por parte del pueblo venezolano, quien la ejercerá con carácter público, soberano e irrenunciable.
9.- Reconocer la necesidad de sentar las bases de la economía y progreso del país en un sistema de múltiples actores: públicos, privados, mixtos, asociativos, cooperativos, de emprendimiento y particulares. En tal sentido contribuir al fortalecimiento de todos los sectores productivos e invitar a sus representantes y gremios a contribuir con sus propuestas y participación en un Gran Acuerdo Nacional.
10.- Reconocernos como venezolanos y hermanos todos, que gracias a nuestras diferencias y acuerdos somos y seremos un pueblo plural y fecundo, fundando en el respeto y la tolerancia los principales valores para nuestra convivencia ciudadana; donde la educación sea declarada nuestra nueva principal riqueza, desde la pre-escolar hasta la Universitaria; y donde el Estado deje de ser el protagonista y pase a ser un instrumento para el fomento integral de la vida y comunión de todos los venezolanos.

Venezuela, 23 de febrero de 2014.
@meridamundo

domingo, 16 de febrero de 2014

La tentación de la censura


Por: Adelfo Solarte. Si se era estudiante de periodismo por allá en 1989 también se era ávido lector del diario El Nacional y, por qué no decirlo, admirador de aquellos quienes como un equipo profesionalmente consciente de su responsabilidad, dejaron plasmada para la historia una de las mejores páginas del trabajo periodístico venezolano en el papel y la tinta de aquel diario.
Elizabeth Araujo, Roberto Giusti, Fabricio Ojeda, Régulo Párraga, Francisco Solórzano (Frasso), entre muchos otros, respondieron a la urgente necesidad de saber, de enterarse, de contar, de narrar lo que se vivió y sufrió en la Venezuela en aquellos aciagos días de represión y muerte, el 27 y 28 de febrero de 1989 y días sucesivos.
Tan crucial fue el trabajo periodístico desplegado por los reporteros de aquel diario El Nacional que semejante esfuerzo por mostrar ese retrato textual y fotográfico de lo sucedido en Venezuela en tiempos del paquetazo de Carlos Andrés Pérez, quedó registrado en un libro  que debería ser fundamental para todo el que se desempeñe como periodista: El día que bajaron de los cerros, una antología de crónicas e  imágenes paridas  por periodistas, al calor de la poblada de 1989.
De la contundencia socio política de los acontecimientos de aquel febrero de 1989  no queda  el menor rastro de dudas. En una intervención recordando la fecha, publicada en el diario Correo del Orinoco en febrero de 2010, el  presidente Hugo Chávez, calificó  al Caracazo como “la chispa que encendió el motor de la Revolución Bolivariana”.
Pero si bien el evento, el acontecimiento mismo, fue el combustible que movió la nave en la que se embarcaron los nuevos procesos sociales, su registro por parte de los medios de información también fue determinante.
Eran, estamos claros,  otros tiempos donde no había celulares, ni existía Internet como herramienta. Estamos hablando de 25 años atrás o para que suene más histórico, un cuarto  de  siglo en el pasado. Imperaban la televisión y la radio pero eran los medios impresos los refugios de la mayoría de los más comprometidos periodistas. Tal vez de allí la vitalidad  social de medios como El Nacional de aquellos años  y la incómoda cobertura que representó para el gobierno de turno (el de Carlos Andrés Pérez) el trabajo comprometido de los periodistas.
Es importante mencionar también que no sólo para el gobierno que lideró en su momento Hugo Chávez – cuyo legado político es el sostén del actual mandato  constitucional de Nicolás Maduro -  sino para una buena parte de las principales figuras que ostentan  el poder político dentro  del gobierno, la cobertura de los  acontecimientos vinculados al  Caracazo de 1989, representan un patrimonio de la historia nacional, de su memoria.
Por ejemplo, el año pasado la Asamblea Nacional organizó el foro “El Caracazo, un verdadero grito de rebelión”. Los  organizadores afirmaban  que  ese foro formaba parte de “las jornadas de reflexión y rescate de la memoria histórica sobre las víctimas de los gobiernos del llamado Pacto de Punto Fijo”.
En el sitio web de la emisora Alba Ciudad 96.3 FM, de Caracas, que apoya al actual  gobierno, se publicó  el año pasado una recopilación de imágenes del  extraordinario fotógrafo Francisco Solórzano bajo el título “El 27 de Febrero, captado por el reportero gráfico Francisco Frasso Solórzano”, material en el que hay un párrafo que reza  lo siguiente:
“Estas imágenes históricas sólo nos dan una lejana idea de lo que fue el 27 de Febrero de 1989 (y los días subsiguientes) para el pueblo venezolano. Miles de personas se lanzaron a la calle tras ejecutarse un duro paquete de políticas económicas a instancias del Fondo Monetario Internacional, que se materializaron en escasez y aumentos desproporcionados de alimentos y servicios públicos. El pueblo no aguantó más, y el gobierno de Carlos Andrés Pérez respondió con una represión nunca antes vista, que dejó miles de muertos”.
¿Hacia dónde nos lleva estas referencias de 1989?: hacia la constatación de que más allá del primario impulso de quien ostenta el poder de prohibir, censurar, frenar la cobertura, la imagen, el registro, el trabajo de los medios, la acción periodística, debe imperar la sensatez de dejar que el flujo de la información siga su curso, sin más límites de lo que pueda establecer la responsabilidad ética, pero también jurídica, de quien difunda.
Es obvio que lo anterior entraña un gran riesgo político o puede interpretarse como el harakiri que pondrá fin al control del poder.
No obstante, la historia, constatada por los que ahora les toca el ejercicio del gobierno, indica que es preferible juzgar los excesos de la información a posteriori – que para eso sobran leyes - que frenar su ejercicio al calor de los acontecimientos. O lo que es lo mismo, es preferible ver las crudas imágenes de 1989, surgidas del a Dios gracias oportuno lente de Frasso; o leer las humanas pero a su vez estremecedoras historia de aquellas crónicas periodistas que nos contaron el Caracazo, que lamentarnos como sociedad por su ausencia.
Los únicos que se frotan las manos con el silencio son los culpables. Por ello, partiendo de la premisa de que este gobierno actúa con respeto e integridad frente a su pueblo, incluso ante a aquellos que reclaman, protestan y adversan, no debería haber, en lo absoluto, razones para sacar del aire un canal, presionar medios o decidir que imágenes o cuáles no podemos ver los venezolanos. En suma, la libertad de información es un reflejo del grado de fortaleza con la que se mira y aprecia el propio gobierno. Es una prueba de democracia.
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jueves, 13 de febrero de 2014

Geografía de las protestas en Mérida

Por Alfredo Portillo. Reflexionando acerca de la geografía de las recientes protestas en la ciudad de Mérida, revisé algunos artículos relacionados con este tema, uno de los cuales es el escrito por el sociólogo Immanuel Wallerstein, titulado “La lucha mundial de clases: la geografía de la protesta” (http://www.jornada.unam.mx/2012/06/03/mundo/026a1mun), el cual recomiendo ampliamente.
En el caso de la ciudad de Mérida es interesante observar cómo las protestas se han dado de manera más intensa en un área que tiene como eje a la avenida Las Américas, y que abarca ámbitos de las parroquias Spinetti Dini, Mariano Picón Salas, Sagrario y El Llano, donde habitan principalmente personas que pueden ser ubicadas como clase media merideña. Fíjense que las protestas no se han dado en zonas merideñas de clase media-baja y baja, ni en zonas de clase media-alta y alta. Además, al hacer una revisión de recientes resultados electorales, uno se consigue que los llamados sectores de la oposición han obtenido, en algunos centros de votación de estas parroquias, cifras favorables que oscilan entre el 70 y el 80% de los votos. Es decir, esa suerte de elipse territorial que se puede dibujar en torno a la avenida Las Américas, es literalmente un bastión opositor al gobierno regional merideño y al gobierno nacional venezolano.
Por otra parte, al momento de evaluar la futura evolución del fenómeno de las protestas en Mérida, sería bueno tomar en cuenta que en el territorio considerado  han sido emplazados varios centros comerciales, que lo convierten en un territorio de alta oferta de productos, lo que fortalece la ideología del consumo, unido al hecho que, quienes allí habitan, han venido sintiendo el impacto, por un lado de la inflación, y por otro lado de la escasez de algunos productos de primera necesidad, conformándose así un caldo de cultivo para una mayor radicalización de sus exigencias y de su protesta en sí.
alportillo@ula.ve


martes, 11 de febrero de 2014

Mariana


Por Miguel Jaimes. Mariana Monsalve fue una viejita que tuvo la suerte de haber vivido los años en que los sueños eran dedicados a la Independencia. Cabalgó con su época y una mañana del 10 de junio de 1813 después de pasar grandes terremotos encontró a Simón Bolívar, iba tras su paso por Tabay a solo escasos metros de la entrada hacia lo que ya algunos indígenas llamaban La Mucuy.
Mariana nunca había visto a aquel extraordinario hombre, y le exclamo: eres El Libertador, Dios te guarde”inmediatamente Bolívar descendió de su brioso caballo y en un gesto de saludo recibió a su visitante.
Miró sus arrugas y vio en ellas muchas marcas, quizás eran la de su madre, quien una vez había tenido la suerte de poderla acompañar hasta la edad de los más inocentes pasos de su vida.
Mariana inmediatamente dijo: “soy muy vieja para unirme a sus ejércitos, sería un estorbo, no tengo hijos ni esposo, pero toma te entrego mis prendas utilizadas cuando joven y las cuales guardé cuando un ángel me habló de su paso y así se está cumpliendo”.
Seguidamente sacó un pañuelo derruido más por los pasos del tiempo que por los usos de aquellos encapados días. Y  en una busaquita que pesada varias libras entregó joyas, anillos y cadenas grabadas con diminutos brillantes traídos del Perú, todo lo obsequió sin dudar para después señalar que llegó a vivir hasta aquí por la causa bolivariana.
Prontamente Bolívar exclamo: "Estas Libra salvarán los destinos de esta patria, huérfana hasta ahora sin saberlo, buscada sin saber que a pasos de sus casas estaban las Madres salvadoras de las más raras tristezas".
Luego siguió con sus pasos, llegó a Mucurubá y de allí a Mucuchies. En su descanso durmió para luego proseguir los caminos que lo llevaron hasta los sueños de sitios más lejanos.
En secreto se afirma que en La Mucuy aún quedan cinco casa antiguas y una de ellas fue visitada por Bolívar. También comentan que por uno de esos sitios todavía permanecen guardadas armas, espadas, cañones y mosquetes de aquella gran revuelta.   
Columna La Mucuy 
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Mérida: ciudad caótica y vulnerable


Por Alfredo Portillo. Quién iba a pensar que una ciudad como Mérida, promocionada durante muchos años mediante eslóganes como “La ciudad de los caballeros”, “Ciudad turística y estudiantil” y “Tan linda como su gente”, se encamina a convertirse, con el paso del tiempo, en una ciudad cada vez más caotizada y vulnerable. El aumento en la cantidad de habitantes, de edificaciones y de automóviles y motos, la ha venido convirtiendo, dado lo restringido de su espacio vital, en una ciudad cada vez menos funcional. Incluso, la futura reapertura del sistema teleférico y lo costoso que resultará para  los venezolanos viajar al extranjero, convertirán  a Mérida, durante los períodos vacacionales, en un lugar de visita más que masiva para cientos de miles de venezolanos, pudiéndose llegar a un punto de saturación inmanejable.
La verdad es que Mérida está dejando de ser, de manera acelerada, una ciudad que goce de un nivel de vida adecuado para sus habitantes. A lo indicado en el párrafo anterior, se suma la vulnerabilidad sísmica que pende sobre ella como una espada de Damocles, tomado en cuenta que, por ejemplo, tanto su sistema de distribución de agua potable, como su sistema de distribución de energía eléctrica, colapsarían ante la eventualidad de un sismo de cierta magnitud. Ni que decir de los recurrentes acontecimientos de protestas sociales, de diferente índole, que ponen en jaque a la ciudad como un todo, inimaginable siquiera en otras ciudades de Venezuela como Barquisimeto, Caracas, Maracay o Valencia. Así que, hagamos un pequeño ejercicio de prospectiva, y pensemos en la ciudad de Mérida dentro de 10, 20 ó 30 años, dadas las actuales tendencias.

alportillo@ula.ve

Foto: freedigitalphotos

lunes, 3 de febrero de 2014

La bandera de los desechos en Mérida


Por: Adelfo SolarteComo parte del Proyecto Cultura Ciudadana y Espacios Públicos, un grupo de profesionales ha sido llamado a integrar el equipo de trabajo que analiza, diseña y ejecuta algunas acciones tendientes a incidir sobre el concepto, a veces un tanto etéreo, de cultura ciudadana, aquí en la ciudad de Mérida.
Específicamente, este proyecto institucional cooperativo apunta hacia la “recuperación de la identidad del merideño a partir de sus espacios y vida pública ciudadana”.
Para ello el objetivo central se ha fijado en “emprender un proceso coordinado de recuperación de valores identitarios tangibles y no tangibles, vinculados a  la vida urbana de la ciudad de Mérida, a partir del uso de sus espacios públicos para la integración y el  enriquecimiento de la vida pública local”.
Quien anima esta iniciativa es el Grupo de Investigación del Espacio Público (conocido por siglas Gisep), una instancia de trabajo liderada por la profesora Maritza Rangel, adscrita a la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad de Los Andes. El Gisep recibe el apoyo de Venezolana de Teleféricos (Ventel), del Consejo de Estudios de Postgrados (CEP-ULA) y la colaboración de organizaciones merideñas como la Cámara de Comercio e Industrias del estado Mérida, por citar una.
Por supuesto que esa misión de incidir en la cultura ciudadana implica buscar escenarios concretos en los que se pueda hacer tangible la dinámica ciudadana y, por lo mismo, definir qué elementos coadyuvan a elevar el grado de civilidad y qué factores limitan o impiden el ejercicio de una práctica ciudadana consciente. Por cierto, en el Gisep, para efectos de un mínimo marco conceptual, se asocia el término de cultura ciudadana  al  “conjunto de costumbres, acciones y reglas mínimas compartidas que generan sentido de pertenecía, facilitan la convivencia y conducen al respeto del patrimonio común y al reconocimiento de los derechos y deberes ciudadanos”.
Pues bien, una de las áreas en las que es posible reconocer lo bien o mal que le va a una ciudad con respecto al tema del comportamiento de los ciudadanos es la referida al manejo de los desechos sólidos. Dicho llanamente: la forma como maneja lo que de forma genérica todos llaman basura.
En el caso concreto de Mérida, el proyecto que desarrolla el Gisep ha definido el tema del manejo de los desechos como un área prioritaria de trabajo. Las razones están a la vista: Mérida ha pasado en los últimos años ha convertirse en una de las ciudades venezolanas con mayor grado de conflicto derivado del mal manejo de sus desechos.
Por supuesto que en nuestro caso el problema es de muy arraigadas deficiencias, vinculadas con la poca continuidad política de las decisiones y acciones sobre el problema, con la apatía o la propia inconsciencia institucional, convidada con episodios de ineficiencia, partidización política del problema, hasta falta de recursos, limitaciones operativas y técnicas, hasta, por supuesto, una muy pobre contribución ciudadana a mejorar el manejo de los desechos que cada quien genera.
Esta suma de situaciones coloca el problema de la basura como una clara evidencia de nuestras debilidades como colectivo humano – ciudadano – en aras de atacar un problema tan básico como lo es la forma como generamos, almacenamos, recogemos y disponemos las 400 toneladas mensuales de basura que genera la zona metropolitana de Mérida.

La meta de alcanzar una respuesta política, institucional, académica, ciudadana, que se asiente en las decisiones técnicas más adecuadas y que cuente no sólo con los recursos para hacer viable las soluciones sino con la participación ciudadana como elemento fundamental, pasa por el reconocimiento de que no estamos haciendo las cosas como debemos y que nuestra cultura ciudadana, vinculada a este aspecto de los desechos, está lejos, muy lejos de ser la mejor. De esa autocrítica ciudadana puede derivarse, luego, una motivación para la acción. 

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