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domingo, 23 de febrero de 2014

Botiquín


Por Miguel Jaimes. Entre la entrada de Mucusarí y antes de la elevada subida de Los Sauces, justo en medio de una cuadra de una inoportuna esquina caliente quedaba el botiquín de Domingo Espinoza. Era un lugar de reunión de alpargatudos y trajeados con vilkrin a quienes le relumbraban sus cabelleras encremadas.
En estos lugares la clase se perdía bebiendo leche de burra y aguardiente de esa caña que era cosechada especialmente bajo El Vegón, allí bien cerquita de un río caudaloso que no se atrevía a llevarse sus ramas que se dejaban ver entre la tierra y el agua enfurecida.
Todos felices se quedaban contando historias que hacían apretarse la correa y el guaral para salir del lugar porque la nocturna los podía asechar y no les quedaría otra que caer rendidos ante sus encantos, era un espanto de mujer muy alta, sensual, vestida en aquella túnica blanca que dejaba ver toda su esbeltez y una larga cabellera que el rostro no dejaba ver, y solo con escuchar su lamento a Melecio lo dejó hablando al revés.
Después de aquellas borracheras había que salir apurao y de paso bien rascao, pues si no te agarra ella, te encuentras con la tranca de la empalizada que les atestaban a los más atrevidos de la noche, cuando veían entrar a algún aguarapao sabían que después los dejaban tiesitos del susto sin poder mirar ni para atrás, porque de solo escuchar que iban para el botiquín de Domingo Espinoza, más nunca se les ocurriría acudir así fuese por la oferta de tragos gratis.
Pero aquel bar no era de apariencia legal. Fue la costumbre de Domingo Espinoza de querer estar cerca de sus amigos que una noche prefirió que su prometida se fuera antes de poder entender que la convivencia de ambos sería la fórmula de perdurar.
Entonces cortó con un afilado machete gajos tiernos de un Maitín y los quemó bajo el entierro de una luna no tan fresca que de tanto humo echar logró confundir la buena intención de las estrellas y con un maleficio inoportuno murió, pero su ánima quedó rondando sin entender su error y ahora dedica sus suspiros fracasados para asustar a los amigos de Domingo Espinoza.
Columna La Mucuy 
Twitter: @migueljaimes2

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