En honor a Hugo Chávez y Sabino Romero.
Por Miguel Jaimes. Cuando atardeceres polvorientos de sol reseco acuestan tierras húmedas convertidas en polvo, cuando llega la soplada de escondidos vientos y empieza el olor a lluvia en compañías de oscuras nubes relampagueantes en ardientes sabanas, entonces aparecían abuelas acompañadas de brisas hechas remolinos desgajando altos árboles centenarios de mangos cuyas hojas y ramas volaban hacia los cielos, arropando techos como gotas de aguas secas capaces de arrastrar lamentos, besando casas extendidas como centinelas ubicadas a los lados por entre el medio de calles adoloridas.
Los venideros días visitas muy duras en casas de soledad, lacerarían recuerdos de gente a su alrededor situadas afuera, adentro encontraría una vieja felina con más de cincuenta partos, deforme, haciéndole honor a un lánguido callejero con nombre escogido para espantarnos.
Historias gozadas con pánicos permanecían amarradas a la única pierna de la abuela. Exhausta por aquellos vaporones anunciadores de la Semana Santa acompañada con chirriar de chicharras enloquecidas que hasta rompían la parsimonia aprendida por monaguillos que estuvieron al mando del Padre Roberto.
La única hija de la sobandera Petra Maldonado permanecía incólume tal como arrebataba por sus años de tristezas pues caminaba a diario por la impar y polvorienta calle que sube y baja haciendo de las tardes antes de seis un panorama sombrío.
Mientras Alejandro, muchacho abrigador de pasos y quien no daba traspiés apresurados, apostaba tal y como lo han venido haciendo sólo los inocentes, con niños de tanta belleza comparada a la libertad.
Miles han caminado tras el sentimiento de una noticia igual que lo hizo una abuela tras cientos de años confundidos, quien trajo el sonido del viento de arriba y lo arrastró por entre montañas resquebrajadas y solidas lagunas, congeló vientos y resignó la quietud de la luna que meses atrás había dejado de dormir.
Ojos de espejo reflejan el mundo mientras bueyes de agua acompañan a dos muchachos bañándose en la luna.
La Mucuy
lamucuyandina@gmail.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario