Por Alfredo Portillo. Recientemente leí la información según la cual, en la localidad bonaerense de Lanús (Argentina), una persona perdió la vida como consecuencia de haber sido atacada por un perro pit bull. Este hecho consternó e indignó a todo el vecindario. Algunos vecinos declararon a los medios de comunicación. Uno de ellos manifestó: "Se necesita que la propiedad de perros grandes esté regulada por el Estado, sin embargo, es todo un descontrol". Otro opinó lo siguiente: "En España, después de muchos hechos como éste, se requiere de una licencia especial para tener un perro de estas características y al mismo tiempo el propietario debe someterse a exámenes psicológicos".
A propósito de esto, en Venezuela, durante los últimos años, han ocurrido hechos similares que han sido noticia relevante. Ataques de perros pit bull contra seres humanos se han producido en Mérida, Valencia, Barquisimeto, Caracas y Maracaibo. La persona que desee informarse al respecto puede revisar los diarios impresos que se publican en diferentes ciudades venezolanas, o consultar en Internet.
Por cierto, en nuestro país existe la Ley para la Protección de la Fauna Doméstica Libre y en Cautiverio, publicada en Gaceta Oficial Nº 39.338 del 4 de enero de 2010. Según esta ley, toda persona natural o jurídica que sea propietaria de animales domésticos, en el ámbito urbano, utilizados como mascotas, deberá registrarlos ante la autoridad municipal de su lugar de residencia (Artículo 21). También en la ley se señala que la autoridad municipal podrá restringir o prohibir la propiedad o tenencia de aquellos animales domésticos considerados peligrosos (Artículo 22). De manera específica, a través del Artículo 33 se restringe la propiedad y tenencia de caninos pit bull. Por consiguiente, quienes posean este tipo de animal deberán cumplir los siguientes requisitos: 1. Mantenerlos permanentemente en condiciones de cautiverio; 2. Cumplir con los requisitos sanitarios correspondientes; 3. Adoptar las medidas de aseguramiento necesarias para evitar el escape de los ejemplares. Por todo lo anterior, no está demás preguntarse si las mascotas que sirven de compañía a las personas son agresivas o no, y si están a buen resguardo.
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