Por Alfredo Portillo. Mientras escribo este corto artículo transcurre ya la tercera semana del mes de marzo de 2014, y la sexta semana desde que la ciudad de Mérida se encuentra semiparalizada, con sus principales avenidas bloqueadas, las actividades educativas suspendidas, la movilidad limitada y las actividades comerciales a media máquina. Deben transcurrir tres semanas más, para que lleguen los ansiados días de Semana Santa. Y la pregunta que surge es la siguiente: ¿Cuál será la situación de Mérida durante Semana Santa?
La respuesta a la pregunta formulada debe tomar en cuenta tres dimensiones: una dimensión religiosa, una dimensión turístico-comercial y una dimensión educativa. Se supone que para la Iglesia Católica y para otras congregaciones religiosas cristianas que hacen vida en la ciudad de Mérida, los días de Semana Santa son muy significativos, por lo que las actividades que tradicionalmente realizan, y que también esperan realizar este año, requerirán de una ciudad donde impere un clima de normalidad y paz social. Igual ocurre con el sector turístico-comercial, el cual está a la espera de que la ciudad de Mérida vuelva a la normalidad, a fin de llenar sus expectativas desde el punto de vista económico-financiero, tanto más si no pudo aprovechar los días de ferias y carnaval, debido a la situación convulsionada en que se encontraba la ciudad.
Finalmente está la dimensión educativa, cuyas actividades reanudadas parecieran estar dependiendo de que los requerimientos de la dimensión religiosa y la dimensión turístico-comercial produzcan el milagro del apaciguamiento de la ciudad. Sin duda, una curiosa situación en la que fuerzas e intereses contrapuestos terciarán para definir cuál será el destino próximo de la ciudad de Mérida. Un momento estelar de la eterna pugna entre la racionalidad y la irracionalidad.
alportillo@ula.ve
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