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lunes, 17 de marzo de 2014

Mercado


Por Miguel Jaimes. El camino al mercado era travieso, sinuoso cuando los días de lluvias interminables inundaban hasta los caminos de buena voluntad y sus rondas floreadas se distanciaban de a momentos. Ir al mercado significaba conocer otra parte de la vida de un Padre constante, silencioso y muy animoso. Era encontrar viejos amigos mientras se olían sabores de especies y esencias más de lo normal.
Era cargar un mercado de rebajas con ofertas extraviadas pero encontradas que iban haciendo la receta de la casa. Estar allí sin saberlo hacía una vida descubierta en una manera de vivir. Estantes de madera retocados en pinturas blancas de aceite que curaban astillas y hacían de la colocación de quesos, chorizos y cuajadas una vena fraterna de recetas hechas en una casa montañosa, solo para constantes clientes quienes abrían los días pidiendo productos frescos y económicos.
Eran momentos armados de proyectos, constancias de compradores que dejaban partes de una vida. Era sentir a gente muy pobre, algunas confundidas, casi perdidas entre el medio de olores de pasteles, empanadas, fritangas y cafés de varios aromas.
Toldos cubiertos por medio de lonas traspasadas parecidas a texturas de cueros salvajes. El mercado es la improvisación de construcciones donde todo es posible. Remiendos, hechuras, clavos y golpes sostenidos por techos de colores perdidos.
Pesos, arrobas, libras, quintales, docenas de verduras y cuentas de panes dulces con sabores de vendedoras. Hierbas, pompones, flores, claveles, café tostado, maíz pilado y molido, numeritos para una rifa diaria, sopas, sancochos, nada escapaba a las medidas, rebajas y encomiendas más sus encargos.
Escalones repletos de hortalizas, verduras, carnes y aves de varios colores, vivas, con sus picos abiertos advirtiendo a su nuevo dueño que las haría despresar. A un lado en un rincón apacible más quieto de lo normal una imagen, una virgen, velones, velas, rosarios, camándulas y peticiones. Que la comida rinda con el poco dinerito y que al sacrificado vendedor no se le quede nada.
Columna La Mucuy 
Twitter: @migueljaimes2
Skipe: migueljaimes70

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