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domingo, 20 de octubre de 2013

Pañuelo

Por Miguel Jaimes. En casa de la abuela Juana tenían de esas lámparas que diariamente y antes que la noche entrara debían recargarlas con kerosene. Muchos las recuerdan muy bien, pues eran horribles, todo lo ahumaban y después había que ponerse a limpiar con un trapito, remojándolo a cada instante en una cubeta inundada de agua hirviendo, donde flotaban las hojas de las ramas de la limpieza.
Mientras eran observados por embarazadas cansadas de esperar a sus maridos embriagados en los botiquines del pueblo, sentadas en bancos de mármol ubicados bajo la sombra de gigantes Casuaritos, admiradas con el abuelo Faustino quien era carpintero, aunque la abuela decía que en realidad era el toero del pueblo, hacia cualquier trabajo.
Fabricaba urnas y las forraban con telas abandonadas que fueron usadas como pañales de niños y trapos menstruales, aquellos que les decían "sobrantes",  recortes que después de lavarlos muchas veces, no servían para más nada y llegaban para el adorno final.
Abuelas sabedoras de secretos, contaban que eso era algo que hoy día causaría mucha risa. Cuando sus hijas y criadas les venía el frío mensual, ellas sentían el alivio que no estaban embarazadas, entonces debían andar con largas y gruesas medias, un pañuelo en la cabeza y se bañaban tipo gato, con trapitos a los que le apartaban cuidadosamente las ramas calientes.
Sus partes eran medio humedecidas, no podían salir del cuarto y en la noche menos, pues el sereno les haría daño. Por eso a Doña Alcira se le oía decir: "imagínate, todos se enteraban cuando una mujer de la familia tenía aquello, pues era como caer enferma todos los meses, por eso dicen que  los viejos antes duraban tanto, pues hasta en eso guardaban reposo y con las embarazadas ni te cuento, a esas había que cuidarlas aun mas, o sino el cuerpo se ponía maluco".
Por eso desde La Mucuy se emprendían largos viajes, pues hasta la leña debía ser seleccionada. Se remontaban encima de gigantes Fresnos, intrépidos hombres guindados con un hacha desgajando las ramas que no sobrevivieron.
Columna La Mucuy 
Twitter: @migueljaimes2

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