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viernes, 8 de octubre de 2010

Mercado a cielo abierto

Resulta que el sábado pasado amaneció lloviendo, como gran parte de los días desde hace varios meses ya. Lo cierto es que el Sensei estaba empeñado en que fuéramos al Mercado Soto Rosa por una masa para hacer cachapas y por unas fotos. El peque y yo todos somnolientos nos dejamos llevar por el entusiasmo del Sensei, así que después del tetero y el desayuno nos alistamos, esperamos a que cesara un poco la lluvia, le pusimos al peque un impermeable amarillo y nos fuimos.
Llegamos en una busetica que lo deja a uno ahí mismo, en la entrada del Mercado, y desde que nos bajamos nos impregnaron los olores a frutas y vegetales que vuelan por todo ese espacio. Huele bien rico, es el olor de muchos sembradíos en el estacionamiento del Estadio Guillermo Soto Rosa, que queda en la Av. 16 de Septiembre.
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El Mercado Soto Rosa es un mercado popular a cielo abierto donde los productores dejan sus mercancías cada jueves, viernes y sábado, para venderlas o que las vendan a precios bien atractivos, y que lo digan los cientos de personas que asisten con sus carritos o bolsas cada semana por su mercadito. Eso sí, hay que caminar y preguntar en todas partes hasta encontrar el mejor producto al mejor precio!
Ahí hay de todo! Para comenzar se puede uno desayunar en cualquiera de los tarantines de cachapa que hay por todas partes, muelen el maíz allí mismo delante de uno, y venden el kilo de maíz molido crudo o cocido, o la cachapa ya preparada (la hacen al momento), rellena con queso, cochino y pare usted de contar. Lástima que íbamos bien desayunaditos, porque si no, la comilona no hubiera sido normal! De todas maneras volveremos por unas cachapas de queso, por lo pronto trajimos el kilo de masa que fuimos a buscar. El mercado es una mezcla de todo, el que va se encuentra un universo bien bonito, bien folclórico, de gente vendiendo y comprando desde frutas y vegetales hasta chorizos, plantas, ropa, gallinas vivas, flores, y para calmar la sed de la caminata, jugo de caña con limón.
Se encuentra uno con cada personaje! Conocimos a Freddy, un niño de 11 años que parece que tuviera muchos años más de lo que tiene moliendo maíz y vendiéndolo. El chamo nos vendió la masa por el doble de lo que la venden los demás, y eso nos pasó por irnos a la primera. Ahí mismo aprendimos la lección, hay que caminar y preguntar precios! Nos consoló que el Freddy se veía un muchacho buena onda y que en todo caso la diferencia de precio que pagamos fue la receta que nos dio para que hiciéramos las cachapas. Además, le compramos una lechosa a un señor gordo que estaba sentado en una silla al lado de un camión y detrás de un tarantín, ambos full de lechosas, cobrando y promocionando su producto, mientras que una joven ayudaba a los compradores a elegir su fruta. Gracioso, pero se hizo llamar Jesús Nazareno…
Como al ratito de llegar dejó de llover, cámara en mano y el peque en los hombros del papá, comenzamos a recorrer el mercado en busca de las fotos. Como apenas me estoy iniciando en esto de la fotografía, es decir, de la buena fotografía (eso espero), aún no veo la fotos que hay que tomar, en cambio a mi Sensei le saltan las imágenes al lente de la cámara y las atrapa facilito. A mí me cuesta más. Él con mucho amor y paciencia me deja experimentar y de vez en cuando me da una instrucción aquí y allá.
Buscando el brillo y color de las frutas, de los rincones y de la gente, encontramos una que otra foto bonita, una de unas patillas, la de Freddy el de las cachapas, una de una gallinas en un camión, y otras de algunas frutas, de las que yo tomé ninguna sublime, pero vamos para allá…
No íbamos precisamente de compras, pero no nos pudimos resistir a unas moras fresquitas y a buen precio, así que nos las trajimos, también una lechosa a precio irresistible el kilo, y un ramo de gladiolas rojas. No puede uno irse con las manos vacías. Ya con la masa y las fotos nos regresamos muy contentos del paseo a la casita…

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